sábado, 29 de marzo de 2014

Cuando desde una cierta perspectiva se aborda la cuestión terrenal de la calidad de la educación en una sociedad concreta, dígase Colombia, se ponen en juego criterios en torno a la autoridad en el ámbito de la escuela. Unas reglas que modulan las relaciones laborales, los deberes, transgresiones, derechos y, claro, procesos y sanciones.

Cuando este fundamental aspecto se elude, y lo que es peor, cuando en la práctica concreta de cada institución, este componente sencillamente se omite al tiempo que se hiperboliza el asedio del gobierno en el sector, lo que se logra poner de manifiesto es la vigencia del régimen del abuso y la impunidad. Todos los implicados tienen mirada extraviada. Y diferenciadamente, la autoridad institucional, con excepciones (…), carece de músculo y dientes. Y no porque en este campo exista el desierto o negación de normatividad. No.

En este particular asunto arriesgamos la siguiente apreciación: En el sector, desde lo local a lo departamental. Y desde éstos pasando por las diversas instancias, hasta llegar al ministerio, rige no la conexión fluida como sistema articulado; ello está interferido por la baja política y los pequeños intereses, además su funcionalidad es de tipo archipiélago.

La alta burocracia, con el ministerio a la cabeza, se ve, se percibe, como cosa lejana. Y los subsiguientes niveles de autoridad (Secretarías) con respecto a las subordinadas en cada ente territorial, replican lo dicho antes. Los núcleos educativos, con sus figuras, no envían ningún mensaje de organicidad y eficiencia en sus roles. Y cada institución (con sus sedes), se comportan de manera insular. Los procesos de integración entre los diferentes niveles en cada institución son desiguales, predominando en muchas, el modelo de la “rueda suelta”. En consecuencia, los formalismos se toman por lo real.

Y en cada institución, la inercia, la simulación, el “mete mono”, cuando no el “dejar hacer…”, “mirar para otro lado”, sin descontar “dosis de complicidad manifiesta(mente oculta)”, son el pan de cada día. Lo público en la escuela está pervertido. La laxitud es estado permanente. Todos saben de todo, y todos en equilibrio perfecto callan, forma de auto-protección, mientras en los corrillos, en voz baja, sí se habla (pitera). Debate no hay. Que cada quien se defienda. Lo anterior convive con la presencia de colegas trabajadores*, entregados a su labor, competentes, éticos, mas no maximizados y motivados. De lo más a lo menos, en jerarquía local, mantenerse está ligado a la complacencia, al “no complique”, completamente adaptados a un régimen (no declaradamente) “frente-nacionalista” en el que contemporizar, unos con otros, es el verbo que más es conjugado.

No se evidencia la puesta en marcha de planes de rectificación, potenciación de fortalezas, desarrollo de ventajas en materia de cultura institucional. De arriba hacia abajo, patinar es el deporte gregario de mayor preferencia.

Y…todo sigue igual, o peor: profundizándose el deterioro. Un referente que puede despejar si se responde consecuentemente a la misión institucional de educar, es establecer si lo que está vigente en nuestra escuela, lo que rige o prevalece, son o no los reales intereses y derechos de los niños y jóvenes!

Esta tesis central encuentra en la no razonabilidad de buen número de docentes, y en la no planificación de la clase, en la no continuidad sistemática y no perseverancia motivada del obrar docente diario, los factores diarios de no realización de la misión institucional, junto a una laxitud administrativa en la que las máximas instancias de dirección, vigilancia y control, disimulan, miran para otra parte, pero no actúan faltando flagrantemente al compromiso adquirido con la sociedad y con los intereses y derechos de los niños y jóvenes.


Y si la educación no funciona a plena marcha en función de buenos hábitos, desarrollo de competencias intelectuales, actitudes para el trabajo, la creación, el estudio, la convivencia, la recreación, y una formación con rigor en lo ético, entonces sencillamente se carece de un blanco hacia el cual encausar la acción institucional y, la sociedad andará a la deriva. Y en eso andamos, hasta permitir que en el sector también esté aposentada la corrupción; ésta, de modo predominante se expresa en el no respeto y observancia del tiempo institucional, que es el tiempo de los educandos para su aprendizaje y formación integral, a lo cual se amalgama la mediocridad por un lado y la burla que de los jóvenes y niños se hace por parte de quienes se comportan como impostores de la docencia. Y no obstante tan despreciable rol, posan de críticos y “cuestionadores” (¿?)


Y lo anterior sucede porque desde la dirección escolar, con la anuencia de gobiernos irresponsables y corruptos, se imponen tipos de administración escolar que negocian los destinos y razón de ser de las instituciones educativas por gabelas lucrativas (acumuladas, continuas) a costas de la comunidad educativa, que hábilmente extienden a pequeñas fronda de colegas, complementada con la política del “tapen, tapen”, renunciando a la labor ética y moral de hacer que todos los servidores vinculados a la institución cumplan con su misión y deber, empezando por honrar el deber propio mientras funjan como funcionarios escolares. Como dice un colega entre serio y en broma: “En cada institución educativa y de modo general en el sector, los Nules son una práctica anti-social que medra lo público, tipo ermitas, alcanzando el nivel de emblemática entidad que nadie quiere ver”.


Y qué decir de la degradación de los sub-directivos sindicales, hoy vulgares vivarachos que se despachan el presupuesto de los asociados, apropiándose de los recursos destinadas a financiar las “movilizaciones contra el gobierno y la privatización de la educación pública”, reduciendo los viáticos de la base e inflando el número de los asistentes (…), no sin el consentimiento disimulado de la burocracia central del gremio (¡?). A tal extremo se ha llegado. Todos lo saben. Y en el Sindicato nada pasa!


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*En otras circunstancias éstos docentes (de áreas y especialidades diferentes) estuvieran descubriendo y acompañando a estudiantes talentosos, y por la dinámica de su obrar pedagógica, serían motivación para sus discípulos e inspiración para construir su futuro.



Ramiro del Cristo Medina Pérez

Santiago de Tolú febrero 23 - 2014

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